

«CONEJO»
Un proyecto audiovisual de Jhonathan Gomez Zandoval 2024/2025
Concepto y desarrollo
En ‘CONEJO’, he desarrollado una pieza audiovisual de 10:47 minutos que explora y expande reflexiones sobre el poder mágico de la imagen. Esta obra forma parte de una investigación visual y conceptual sobre el carácter mágico y sobrenatural de las imágenes, destacando su capacidad para generar significados trascendentes, reconfigurar percepciones de la realidad y activar espacios donde surgen nuevas formas de entender el mundo. El enfoque del video está basado en una perspectiva situada, que dialoga con cosmologías del sur global y entrelaza una narrativa que resignifica un recuerdo de mi infancia: una mancha de humedad que los habitantes de un pueblo en Venezuela interpretaron como la forma de una virgen. Esta narrativa se conecta con rituales y estados de trance, funcionando como un puente entre la imagen y el espectador.
El proyecto ofrece una/otra mirada en torno a la magia y las imágenes, tomando distancia de una perspectiva occidental, para así proponer una mirada desde una perspectiva decolonial que reivindica las prácticas rituales/visuales ancestrales y contemporáneas del sur global, haciéndolo con un planteamiento que conecta, lo ritual, la naturaleza, el trance, con la imagen.
Imagen: peregrinación de los Huicholes, México.
Imagen: Ritual sincrético en Venezuela, montaña de Sorte.
En un escenario contemporáneo dominado por la desmaterialización de los significados, busco con el video “CONEJO” recuperar, a través de la reconfiguración de un recuerdo, una narrativa que ponga en valor el poder ancestral de la imagen, desarrollando una propuesta audiovisual que se inspira en otras formas de conocimiento que no han sido completamente subordinadas por el capital o el mercado, permitiendo a su vez que el espectador se adentre en una experiencia en la que las imágenes ofrecidas se convierten en puntos de fricción y tensión, en lugar de simples representaciones. En el video, a través una mecánica operacional, la imagen se convierte en un vehículo hacia dimensiones no ordinarias de existencia, que podrían, en el mejor de los casos, generar preguntas en el espectador.
En este proceso, la silueta, tal como se presenta en este audiovisual, actúa como un umbral entre dos mundos: el del espectador (el sujeto del video) y el de la imagen, el de lo físico y lo espiritual, el de la memoria y la capacidad de reconfigurar la percepción. Frente a la saturación, la silueta del conejo se presenta como una invitación a frenar el flujo constante de imágenes, a deconstruir la realidad de la que somos parte y a reconocer en los vacíos una posibilidad de reconectar con nuestro propio ser, con nuestra historia y con las múltiples formas de ver y estar en el mundo.
Es precisamente en estos espacios de «realidades no ordinarias» que hacen parte de esa multiplicidad de formas de habitar el mundo, donde la imagen se activa como un puente entre lo físico y lo espiritual, lo visible y lo invisible. Retomando los postulados de Hans Belting sobre cómo la imagen conecta lo corpóreo con lo trascendental y sumándolo a algunas tradiciones y cosmologías provenientes del sur global que sitúan a ciertas imágenes como portales entre mundos, me propongo recuperar la capacidad de la imagen de interpelar y activar la percepción del espectador, creando un espacio donde se derrumben las fronteras entre lo que vemos y lo que entendemos, entre la memoria y el presente y en última instancia entre las diversas dimensiones del ser.
En “CONEJO”, el personaje que contempla la silueta en la pared no solo observa, sino que se enfrenta a una imagen cargada de significados que van más allá de la simple representación. Esta imagen se convierte en un punto de contacto entre el espectador y una dimensión perceptual más profunda que activa nuevas formas de relación con la imagen.
La casa abandonada, opera como un espacio contenedor profundamente conceptual, funcionando como una cápsula de espacio-tiempo, donde la imagen que contiene: la silueta, se carga de historia, memoria y poder. En este espacio, el presente del espectador se encuentra con los ecos de un tiempo pasado y de otras realidades que se resisten a desaparecer. La interacción con la imagen, mediada por el trance inducido a través del contacto visual, el rito y el altar, cobra un sentido profundo, proporcionando respuestas a ese encuentro. En este sentido, el personaje se enfrenta a una figura que trasciende su representación en la pared, la silueta (como portadora de lo no visible) deviene objeto y configura una realidad dentro de esa otra dimensión perceptual.
En el video, la imagen opera, desde mi perspectiva situada, como un instrumento que nos conecta con dimensiones alternativas de la realidad, que desafían la lógica del simulacro y la hiperrealidad
Cosmologías del Sur Global y conocimiento ancestral
El proyecto también se nutre de las cosmologías del Sur Global, específicamente aquellas vinculadas a lo sobrenatural y el conocimiento ancestral, que impregnan mis memorias tempranas, las cuales dialogan profundamente con el enfoque decolonial planteado. Estas cosmologías reivindican formas de conocimiento no occidentales que ponen en el centro la relación simbiótica entre los seres humanos, la naturaleza y las fuerzas espirituales. En este contexto, las tradiciones culturales Huicholes (México) y Shipibo (Perú), así como los rituales de los Diablos de Yare en Venezuela, no solo se integran como referentes estéticos, sino como expresiones de una cosmología viva que resiste las lógicas coloniales y celebra la magia inherente a las imágenes y el rito.
Esta conexión se materializa en la obra a través de los patrones, colores y movimientos rituales, los cuales actúan como referencias directas hacia realidades que trascienden la experiencia sensible y subrayan el poder transformador del arte como práctica decolonial. Inspirándome esas tradiciones la estética de la pieza integra patrones y colores que evocan estas maneras de entender el mundo visible e invisible de forma directa, subrayando cómo estas tradiciones reflejan una perspectiva decolonial que existe y resiste. Los patrones geométricos y coloridos propios de las tradiciones Huicholes y Shipibos se reflejan en la transformación del personaje en este “Chamán” conejo, cuya indumentaria combina formas simbólicas con un cromatismo vibrante que alude a estas culturas. Por otro lado, los motivos orgánicos y el simbolismo de conexión con los espíritus de los Shipibo y Huicholes encuentran su lugar en la narración que rodea la figura de la niña coneja: un ser de poder, la encarnación del deseo, encontrado en estados de conciencia alterada, sugiriendo un vínculo entre mundos visibles e invisibles. Finalmente, el cromatismo y la gráfica de la máscara de conejo encuentra inspiración en los elementos rituales de los Diablos de Yare. Estas diferentes cosmologías se reconfiguran en las escenas de trance y metamorfosis, destacando el papel mágico de las imágenes como agentes de cambio y ritualidad
Metodología utilizada
Siguiendo la metodología que he aplicado en proyectos anteriores, inicié este trabajo con una investigación exhaustiva sobre las inquietudes centrales del proyecto, enfocándome en el fenómeno de la pareidolia y el poder evocador de ciertas imágenes, especialmente aquellas asociadas a los milagros. Esta exploración me condujo a las ideas mencionadas previamente y me permitió redescubrir las imágenes de la prueba de Rorschach, utilizadas en psicodiagnóstico. Estas imágenes despertaron en mí una fascinación similar a la que siento por las pareidolias, debido a las diversas interpretaciones que suscitan en quienes las observan.
Construcción de la máscara y la escultura de papel de la Niña Coneja
Otra de las influencias formales para el aspecto visual de la máscara de Conejo son las máscaras de los “Diablos de Yare” tradición que se celebra en Venezuela, en donde patrones geométricos y colores vividos se reproducen en estas máscaras, estas máscaras se realizan utilizando la técnica del “papier maché”, técnica que de cierta manera inspiró a la que he utilizado para hacer la máscara, básicamente ensamblaje de cartón y encolado con papel periódico
La escultura de la niña coneja
La niña coneja representa la materialización del deseo del personaje, es el “objeto” que aparece en sus visiones al que finalmente encuentra en esa otra realidad cuando está toma la forma del Conejo, es uno de los milagros expuestos y es una parte muy importante de la narrativa, pues la niña coneja habita en esa otra realidad expuesta, donde además la naturaleza se revela de manera diversa a los ojos del sujeto.
Para la realización de esta escultura se utilizó una técnica de ensamblaje de cartón, esta escultura, utilizada para otro proyecto anterior del año 2021, fue restaurada utilizando la misma técnica de papel rasgado y goma blanca diluida en agua, aplicada para la confección de la máscara. La niña coneja representa un ser que funde el conejo con una figura humana, un ser de otra realidad que encarna la manifestación del poder del deseo y la magia: el milagro.
Caracterización del personaje durante el rito (transformación)
Durante el rito que realiza el sujeto del video, ocurre una primera transformación, en la que aparece con el rostro pintado de negro, simbolizando con este acto performativo como la mancha de la pared se va apoderando del sujeto que la contempla, aquí muestro algunas imágenes tomadas durante el proceso de caracterización, la caracterización fue realizada con maquillaje de base de agua, y esponja.
Scouting de localizaciones
Para la realización del video, fue esencial identificar una casa rural abandonada con un aspecto envejecido, que pudiera ofrecer el ambiente deseado para las secuencias clave del proyecto. Tras una minuciosa evaluación de diversas alternativas, decidí rodar en una casa ubicada en la provincia de Lleida, cerca del embalse de la Llosa dels Cavalls, a aproximadamente 140 km de Barcelona. Esta localización ofrecía no solo el entorno adecuado, sino también proximidad a otros espacios naturales que complementaron la narrativa visual del proyecto.
La experiencia de trabajar en solitario en la secuencia de la casa abandonada tuvo un impacto significativo en la manera de concebir y realizar los planos. La intimidad y el aislamiento del entorno me permitieron conectar profundamente con el espacio, lo que influyó en la composición y atmósfera de cada toma. Espero que esta conexión personal y el enfoque reflexivo impregnaran las escenas rodadas, tanto en la casa como en las demás localizaciones en Lleida. Además, seleccioné varias localizaciones adicionales para las tomas exteriores. En las cercanías de la casa en Lleida, se rodaron escenas en espacios naturales solitarios que proporcionaron la atmósfera idónea para trabajar con comodidad y sin interrupciones. Asimismo, se filmaron secuencias en el Parque Natural del Garraf, también próximo a Barcelona, y en el Parque de Montnegre y el Corredor, donde la riqueza del paisaje natural fue aprovechada al máximo. Para las tomas interiores y escenas de transformación del personaje, utilicé mi estudio en Barcelona, que se adaptó perfectamente a las necesidades de la producción.
El equipamiento técnico incluyó una cámara Canon EOS 70D, con un lente EFS de 18-35mm y otro de 50mm, complementados con un gimbal Feiyu Scorp-C para estabilización y un trípode. La elección de la iluminación fue deliberada, empleando únicamente luz natural y la tenue luminosidad de velas para reforzar el ambiente mágico y místico del video. La captura de sonido se realizó con un micrófono RØDE, asegurando una calidad sonora que acompaña la estética visual.
Rodaje
El rodaje se llevó a cabo entre noviembre y diciembre de 2024. Conté con la valiosa colaboración de Patricia Lippo, quien asumió el rol de operadora de cámara durante las sesiones en el Garraf, contribuyendo significativamente a la calidad y fluidez de las tomas.
La fase de preproducción fue relativamente sencilla pero crucial para el éxito del proyecto. Elaboré un guion gráfico básico para organizar las escenas y gestionar eficientemente el tiempo y los recursos. Para las sesiones de rodaje en Lleida, se reservó un hotel en Solsona, lo que permitió pernoctar cerca de las localizaciones y optimizar las jornadas de filmación, que a menudo comenzaban al amanecer. Asimismo, se alquiló un vehículo para transportar el equipo necesario. Para las localizaciones en el Garraf y Montnegre, utilicé mi propio coche, lo que facilitó el acceso y la movilidad entre los distintos escenarios.
Sonido
La creación de la banda sonora del proyecto fue un proceso fundamental para amplificar su dimensión conceptual, generando un paisaje sonoro que dialoga y se entrelaza con las imágenes. Esta banda sonora combina sonidos electrónicos con instrumentos tradicionales, como las maracas y la música andina, añadiendo una capa profunda de significado cultural y contextualización.
En los primeros minutos del video, el diseño sonoro busca evocar espacios de incertidumbre y una «rareza» perceptual, preparando al espectador para la entrada en la casa y amplificando la sensación de que algo inusual está por suceder. La construcción de esta atmósfera sonora toma inspiración de bandas sonoras cinematográficas, como las de Tenet (Ludwig Göransson) e Interstellar (Hans Zimmer), donde el sonido es clave para generar tensión y misterio. Cada elemento sonoro fue cuidadosamente sincronizado con las imágenes para maximizar su impacto. Por ejemplo, en las escenas de la entrada a la casa, los sonidos aumentan en intensidad y frecuencia justo antes de que la puerta se abra, creando una sensación de anticipación y misterio. La sincronización precisa entre los cambios de planos y las variaciones en el paisaje sonoro fue esencial para mantener una coherencia narrativa y una inmersión total del espectador.
Durante los momentos de transición de “realidades”, utilicé sonidos inspirados en el tinnitus, un zumbido persistente en el oído que he experimentado personalmente. Estos sonidos aparecen en los momentos de introspección del personaje, reforzando la conexión emocional y sensorial con el espectador. Además, se integraron elementos sonoros basados en rituales tradicionales de México y Venezuela, que aparecen sincronizados con movimientos específicos del personaje, añadiendo una dimensión ritualista a la narrativa visual.
En la parte final del video, seleccioné fragmentos de dos canciones del grupo “Los Yungas” del álbum de 1978 El Charango: “El Apurimeño” (A. Baldassari) y “Charango Solo” (E. Arteaga). Estos fragmentos fueron cuidadosamente editados y sincronizados con las imágenes para acentuar la atmósfera andina, evocando las sonoridades del charango. Sobre estas canciones, apliqué efectos de delay y reverberación, ajustados meticulosamente para que cada nota y eco se entrelazaran con los movimientos visuales, generando un efecto envolvente y emocionalmente resonante.
La producción y mezcla de la banda sonora se realizaron utilizando el software DAW Logic Pro, que permitió una edición detallada y creativa de cada capa sonora. Este entorno de trabajo facilitó la manipulación precisa de efectos y la sincronización con el video, asegurando que cada sonido cumpliera su función narrativa y estética de manera fluida y coherente.
Para la realización del video, conté con la participación de Patricia Lippo, quien amablemente, realizó algunas de las tomas incluidas en el video.
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El arte como forma de resistencia y de emancipación de los sentidos.
Debatecontribution 0en Presentación del proyecto «CONEJO»
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